lunes, 13 de abril de 2015

DESASTRES DE LA NATURALEZA. LOS TERREMOTOS

        Grandes terremotos diezmaron a las grandes civilizaciones de la Historia, no podemos ignorar que en Córdoba también sucedieron y en menor medida pero también dejaron su impronta en la ciudad. Ni mucho menos podemos comparar los terremotos que han sucedido a lo largo de la historia con los más viles y destructivos que dejaron en la nada a grandes ciudades, pero sí hay varios que marcaron el terror en los rostros de los cordobeses.
      
         Se debe de empezar haciendo referencia al primer gran terremoto que las evidencias arqueológicas han dejado huella, el terremoto acaecido en la época romana, cuando la ciudad gozaba del estatus de Colonia Patricia y estaba viviendo una de sus mejores etapas. En el siglo III (aproximadamente entre el 250 y el 275) tras el estudio del teatro romano de Córdoba se ha podido conocer que durante esta fecha cronológica la ciudad vivió el terror que produce un gran terremoto. Este terremoto dejó una impronta de 8 metros de longitud y 0,2 cm de anchura en el edificio de estudio (el teatro). Esto dejó claro que este terremoto tuvo grandes repercusiones llegando a dañar multitud de edificaciones, incluyendo el acueducto y la red hidráulica de la ciudad. Como consecuencia, el abandono sistemático de edificios como el Circo, el Teatro, el Templo de Claudio Marcelo fueron degenerando en la ciudad un abandono paulatino de la importancia que había tenido hasta entonces.

              El 9 de octubre de 1680 se produjo en Málaga uno de los peores terremotos sucedidos en el sudeste andaluz, tal fue la magnitud que las propias crónicas cordobesas lo recogieron, siendo sus consecuencias prolongadas hasta la capital (aunque aquí no recibiera daños, si es cierto que en Cabra, Lucena o Priego de Córdoba, a 75 kilómetros del epicentro si se tuvieron consecuencias estructurales en murallas y edificios).

              Considerado como el terremoto de peores consecuencias ocurrido en la Península Ibérica, e
l terremoto de Lisboa, ocurrido el 1 de noviembre de 1755 a las 10 de la mañana tuvo graves consecuencias en la ciudad cordobesa. Las crónicas recogieron este suceso debido a la gran magnitud del mismo. Si es verdad que no hubo que lamentar muertos, tan sólo una herida, una niña a la que se le cayó una imagen de Santa Inés en el convento del mismo nombre. Sin embargo, si se anotaron importantes destrucciones en los edificios, siendo los barrios de Santa Marina y San Lorenzo los que acapararon las peores consecuencias. Las torres del campanario de ambas iglesias quedaron diezmadas, siendo tal su estado que el corregidor prohibió el acceso a los carros por dichas zonas y el desalojo de las viviendas próximas. En la Mezquita, algunos muros se resquebrajaron, los cuerpos superiores quedaron en tal mal estado que tuvieron que ser derribados para no causar posibles un posible desplome. Del Convento de San Francisco, fue el altar y la capilla mayor los que sí se llegaron a desplomar, Del Convento de Santa Catalina se resquebrajaron algunos sillares de las paredes, al igual que del Convento de la Encarnación, el cuál tuvo a posteriori que reparar su fachada. 

            Registraron también las crónicas el terremoto de 1821, el cual se llegó a sentir tanto en la capital como en la provincia, pero del que no hubo que lamentar daños, ni materiales ni físicos. Otra cosa fue lo que sucedería sesenta años después, el 25 de diciembre de 1884, el conocido como Terremoto de Andalucía, el cual, con una escala de 6,3 Ritchet, devastó Granada y se dejó sentir en el resto de Andalucía. Córdoba, que donaría 55.592,89 pesetas (de aquella época) también sufrió algún daño en sus inmuebles, siendo el más destacado el desplome de la torre de San Lorenzo.

              Los terremotos de 1930 y 1951, este último con una duración de 15 segundos, abarcaron la mitad sur de España, los daños materiales fueron muy grandes, produciéndose el hundimiento de varios edificios. El caos recorrió las calles de la ciudad y el miedo se vislumbró en la mirada de cada cordobés.

                La Tierra se mueve, las placas tectonicas también, y la colisión entre ellas son las que generan estos seísmos. Por suerte el epicentro de estos seísmos no ha tenido origen alguno en la ciudad, por suerte los más devastadores de los que Córdoba ha presenciado no se cobraron ninguna vida. Estos han sido los más sentidos, pero es cierto que han existido más, tal y como sigue ocurriendo en la actualidad, esperemos no sentir ninguno tan fuerte que el miedo se apodere de nosotros.
            

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